Estamos de vuelta a Salvador después de pasar unos días lejos de la ciudad disfrutando de las caminatas, las cachoeiras (cascadas), los rios color cocacola (ni aquí nos dejan olvidarnos de ella!), el verde allí donde mires, algún que otro paisaje casi lunar, paredotas de esas que quién las pillara, cuevas, lagunas azules, macacos, rocas que en su dia escondieron diamantes y Machu-Pichu, nuestro guía por la Chapada Diamantina.
Y de vuelta a la ciudad, más contrastes. Las calles del Pelourinho con sus casas coloridas y las de un poco más allá carcomidas por la humedad esperando a caerse. Los guiris paseando junto a ninhos que te piden cualquier cosa para sacar unos míseros reais con los que seguir colocados o los que te regalan una cinta de Bonfin o un collar... sin olvidarse de pedirte luego el dinero. Playas lindas de arena blanca con palmeras y olas en la Barra. Montones de basura en cada esquina esperando a ser recogida o a que cualquier persona la revuelva en busca de no se sabe qué mientras un par de perros husmean tras algo de comida. Un colibrí (beija-flor, besa-flor, que se llama por aquí:-) verde que acaba de posarse sobre un banano. Árboles gigantescos con ofrendas a Oxalá convertidas en basura pestilente. La nariz que no descansa. Olores fuertes entre meados varios y basura que se entremezclan con los de cualquier puesto de venta de comida. Comida con aceite de dendê, acarajé... comida de origen tan africano como las gentes que moran por aquí...
Parecemos puntos blancos (a pesar de nuestro bronceado!:) entre negros. Pretos grandones descendientes de aquellos esclavos que sobrevivieron a tantas cosas y negras lindas y negritos jugando por las calles... y negracos de cuerpazos fibrosos de tanto capoeira o qué sé yo.
Y calor, mucho calor. Un día y otro y al siguiente... a pesar de estar en otonho. Y sobre todo, música que inunda las calles a cualquier hora del día y cuerpos bailando a cada momento con una sonrisa en la cara aunque no sepan qué es lo que comeran hoy. Aquí si que llevan el ritmo en la sangre... te quedas con la boca abierta mirando cómo bailan los muy cabrones... envidia... nosotras intentamos seguirles a duras penas a pesar de las clases que nos dan.
Pero sobre todo se les ve felices, laburando con la sonrisa en la boca mientras cantan cualquier cosa... y si giras la cabeza siempre hay alguien tirado en una acera durmiendo en la calle...
Hoy por la noche seguimos el camino hacia Recife, a ver qué nos espera por alli. Y por fin después de un mes creo que conseguiré descargar las fotos de la cámara, así que para el prómixo ya os mandaré alguna
beijinhos!
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2 comentarios:
Enhorabuena por la parrafada me ha gustado mucho. Me alegro de que disfruteis y sobre todo de que veais el lado bonito y el lado feo y oscuro que tienen todos los paises.
Muchos besos y a pasarlo muy bien.
Me sumo a las felicitaciones del Pablo. Es un gustazo leerte Belentxu y el punto de vista aire fresco. Uno quisiera seguir leyendo porque es como mirar por un agujerillo a vuestro viaje. Bueno, no quiero que parezca que te hago la pelota...jejeje.
Pasadlo bien en el interior.
Un gran abrazo!
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